miércoles, 15 de julio de 2015

Consejo: cómo evitar lesiones en el Camino de Santiago

¡Buenas letrilers virtuales! Hoy no os voy a hablar ni de política ni de libros, sino que, para dar un poco de variedad a este blog y también para haceros este verano más fácil, voy a dar inicio a otra sección, a la de los consejos. Esta vez os voy a hablar de un plan de vacaciones muy habitual tanto entre españoles como entre los extranjeros: hacer el Camino de Santiago.

Este camino, como muchos sabéis, consiste en llegar a la catedral de Santiago de Compostela a través de una serie de rutas, caminos que se pueden hacer andando o en bici. Es un camino duro, lleno de numerosas dificultades y, por esa razón, he decidido dar un par de consejos del Colegio Oficial de los Podólogos de Euskadi que me parecen imprescindibles para las personas que decidan hacer a pie esta ruta.

Al ser una ruta de una largura considerable, hacer una preparación previa en varios aspectos es absolutamente necesario: para empezar, tenemos que tener en cuenta nuestro peso, puesto que si no es el adecuado, perder los kilos innecesarios es totalmente recomendable. Una vez que nuestro peso es el idóneo, debemos entrenar meses antes de comenzar la ruta con etapas cortas de cinco kilómetros diarios, distancia que iremos aumentando progresivamente. Además, estos entrenamientos debemos realizarlos con el calzado (el tipo de calzado depende del clima: botas para terrenos irregulares y climas adversos; zapatillas trekking para climas cálidos y perfiles regulares) que usaremos en nuestro viaje, debido a que de esta manera podemos detectar los puntos dolorosos o de fricción. Por último, las personas que se disponen a hacer el Camino de Santiago deben someter a sus pies a una revisión del podólogo, con la pretensión de detectar los problemas que puedan tener los mismos y ofrecer un tratamiento para contrarestarlos.

Durante el camino y después de cada etapa, en cambio, principalmente se recomienda mantener una higiene completa tanto en nuestros pies como en nuetra piel y también cuidar ambas partes para que, durante las jornadas, sufran lo menos posible. Esto implica estar muy atentos al estado de nuestros pies, tratar las numerosas heridas que salgan en los mismos, tenerlos bien hidratados y protegerlos con unos calcetines adecuados, como lo son los transpirables; no obstante, lo esencial es lo siguiente: mantener los pies limpios y secos. A todos estos cuidados hay que añadirle otro deber más que es vital para conservar la salud de nuestros pies: el cambio de calzado. Los expertos recomiendan cambiar de calzado una vez realizada de cada etapa, sustituyéndolo por un zapato que permita a nuestros pies airearse después de tantas horas encerrado, las sandalias tipo trekking con sujeción en el talón, por ejemplo, son las más adecuadas. Respecto a nuestra piel, para evitarle el mayor número de lesiones, no debemos ducharnos ni con agua muy caliente ni durante mucho tiempo.

Son consejos simples, pero muy útiles para hacer de tu Camino de Santiago un viaje de ensueño, sin mucha dificultad, sin sufrimientos innecesarios; por lo que si estás pensando en hacer esta ruta, sigue estos humildes consejos.

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